Escuchando el rock sicodélico que llega al fondo de tus venas y entremece tus músculos haciendote sentir aquello que más disfrutaste una y otra vez, recuerdo cada instante del encuentro más placentero que la vida te puede entregar.
No es el encuentro aquel en que la lujuria desborda por todos lados, sino aquel en el que un abrazo dice más que todas las palabras que puedas juntar, en que el simple toque de los labios significa un te quiero inmenso, un te quiero que sólo lees en los ojos, un te quiero que sin decirlo lo escuchas una y otra vez. El calor de todos los abrazos, el calor de todos esos besos esquivos son irremplazables. El mejor premio que puedo recibir es tenerte junto a mí, el premio al esfuerzo es escuchar tu voz lo más seguido posible, el recuerdo de lo encuentros fugaces suple todo el tiempo que no te veo. Ese encuentro es el que añoro, día a día.
Cada vez que camino por la calle, inconsientemente mis ojos te buscan por doquier, pero es extraño, porque sé que no te encontraré.
El día que no encuentre refugio en tu pecho el mundo entero sentirá el dolor que mi alma derramará.
Eres el sol que brilla en mi mente en aquellos días nublados.
You are my Shinning Sun.
